De niña siempre me sentí diferente a los demás, no me divertía lo mismo, sentía que no encajaba y era muy difícil hacer amigos, prefería pasar horas acostada frente al televisor, me sabía cada uno de los anuncios de la televisión abierta.
Fueron pasando los años y era más evidente que veía el mundo a través de otros ojos, mucho de lo que estaba a mí alrededor no tenía sentido. Mi mamá preocupada porque no me iba bien en la escuela, se acercó a mi maestra de primaria, preguntando si había algo mal en mí, porque se daba cuenta lo que me costaba aprender y desenvolverme con mis compañeros, pero la única respuesta que recibió fue: “Sólo es floja”. Mi mamá intentó estar más tranquila e intentaba esconder su preocupación, al final la maestra era quien sabía.
Me convertí en adulta, aunque siempre sintiéndome diferente encontré herramientas necesarias para encajar en ciertos entornos, aprendí a hacer amigos y desenvolverme. Aunque en mi intento de callar los pensamientos, me sobrecargaba de actividades y así fue como encontré Unidos< buscando qué hacer durante mis vacaciones. Vi publicada en el grupo de Voluntariado al que pertenecía una convocatoria: “UNIDOS, SOMOS IGUALES”, sin pensar me inscribí y de algún modo ya estaba sentada en la capacitación para iniciar.
En Unidos me seguía sintiendo diferente, pero abrazada por todos, era evidente la diversidad de personas que convivíamos pero nunca se sintió de forma negativa, entonces encontré al final mi lugar seguro, donde podía ser yo misma, divertirme y conocer a otros con ideales parecidos a los míos.
Pero llegó el año 2020… Y trajo consigo una dotación de retos personales, “sarandeadas” emocionales, despedidas dolorosas, pero mucho más importante, en mi caso, trajo consigo un diagnóstico.
Después de atravesar momentos complicados emocionales y de salud, seguimiento de profesionales, todo siempre con el apoyo familiar y de amigos, finalmente (aunque se sospechaba desde pequeña) un psiquiatra especializado le puso nombre a todas aquellas conductas y características que se presentaban en mí y me hacían sentir diferente, aunque antes no sabía por qué… Un día el doctor dijo: “Trastorno Obsesivo Compulsivo”, mejor conocido como TOC.
Aunque al principio fue un choque, al pasar los días dio sentido a cada momento en mi historia, el porqué de niña sentía que veía la vida a través de unos lentes diferentes a las personas de mi alrededor. Fue entonces cuando pude abrazar a mi niña interior y le pedí perdón por juzgarla y exigirle tanto en ocasiones.
Hoy sigo descubriendo si lo que me gusta hacer es por mi personalidad o es debido al rasgo de un trastorno, no lo sé, cada día es un re-encontrarme conmigo misma.
Es importante que todos reconozcamos la importancia de darle visibilidad a las emociones, ser empáticos, detenernos a pensar en todo lo que están viviendo las personas con quien interactuamos, no sabemos el bien que les hacemos con las palabras y acciones que hacemos.
¿Y tú te has sentido diferente?