“Puedes perder el dinero, puedes perder la belleza, puedes perder el amor, pero si has perdido el tiempo, lo has perdido todo”
Anónimo
Hoy quiero reflexionar con ustedes cómo la tecnología nos ha quitado paciencia y cada vez nos hacemos menos tolerantes, nos parece más complicado meditar, contemplar, llevamos un ritmo de vida rapidísimo.
Podríamos creer que la gente de otras épocas hacía pocas cosas porque tenía que esperar mucho tiempo pero en realidad esas cosas las hacían con más calidad.
Para recibir una carta esperaban un mes; mientras que nosotros tan sólo cogemos el teléfono, marcamos o mandamos un mensaje y esperamos, no más de un minuto a que nos contesten. Y si no encontramos a la persona con la que queremos hablar, nos dejan en visto o se tardan en contestar, podemos localizarla más tarde. No se va a acabar el mundo. Nos hemos hecho cada vez más nerviosos, si no nos contestan pensamos que algo le pasa a la persona, que probablemente esté enojado con nosotros, en otros tiempos si no contestaban marcaban más tarde y fin del problema.
El tiempo que se tardaba una persona en ir de una ciudad a otra eran días porque lo hacían a caballo, ahora sólo son un par de horas en coche. Para ir a Europa, la gente viajaba en barco y hacían por lo menos un mes, ahora si incluimos el tiempo de anticipación en el que hay que estar en el aeropuerto, se hacen 12 horas, a lo mucho.
El tiempo que le dedicaban al estudio era mayor porque, como no había internet, los estudiantes tenían que ir a una biblioteca y buscar en varios libros cuál es la capital de Bélgica y como les había costado tanto tiempo, lo valoraban más y no se les olvidaba que la capital de Bélgica es Bruselas. En cambio, nosotros, sólo agarramos el celular, o prendemos la computadora, abrimos internet, nos vamos a un buscador como google, escribimos exactamente lo que queremos buscar, “capital de Bélgica”, encontramos “Bruselas” y probablemente al día siguiente se nos olvide porque estamos conectados en mil cosas tratando de ser multi-task.
Antes las tareas o trabajo se hacían a máquina de escribir y si se equivocaban repetían toda desde el principio. Con la computadora, si nos equivocamos, podemos borrar, cambiar el orden de los párrafos, agregar palabras, frases o hasta párrafos completos a un texto.
La comida también ha ido evolucionando, ya se vende la comida cocinada, sólo hay que calentarla en el microondas, antes una se podía tardar toda la mañana preparando la comida. Ahora lo encontramos todo congelado y hasta en rebanadas o trozos, el arroz lo venden pre cocido, palomitas para el microondas.
La gente de antes era más contemplativa y reflexiva, se preguntaban por qué el pasto es verde, por qué la luna no se ve del mismo tamaño todas las noches, por qué el fuego quema. Sería bueno de vez en cuando hacernos estas simples preguntas y a ver si pueden contestárselas. A mí en lo personal me gusta ver los paisajes, el amanecer o anochecer, la luna, especialmente cuando se ve más grande y me gusta tanto que si estoy con alguien le digo “mira, la luna” y si la ven lo hacen como si me estuvieran haciendo un favor y me ponen una cara de “ah, ok”.
¡Nos estamos perdiendo de grandes milagros que pasan a nuestro alrededor diario!
Ahora con nuestros smartphones podemos ver todas estas maravillas de la creación, por eso no nos sorprende ver la luna o el amanecer con tonos rosas y naranjas, pero les puedo asegurar que tiene mayor definición la vida real que el último modelo de iPhone, Android o cualquier otro sistema.
Qué tal si empezamos a reemplazar a los smartphones por gente inteligente, que no tome decisiones a la ligera, dejándose llevar por los sentimientos o por lo que los demás hacen, sino por la razón, usando la cabeza. Hay que buscar ser felices con lo que tenemos y podemos, saber adaptarnos a las circunstancias y ser la mejor versión de nosotros.
Acabo de comparar los tiempos de antes con los de ahora, no podemos decir que unos son mejores que otros, lo que sí podemos asegurar es que son diferentes.
Considero que si la tecnología avanza, nosotros no podemos quedarnos atrás porque nos perdemos, simplemente tenemos que saber darle un buen uso a la tecnología para que no nos vayamos a hacer más tontos que los teléfonos, para que nosotros podamos tomar decisiones de acuerdo a nuestras circunstancias y, especialmente para que no nos alejemos de las personas que están cerca de nosotros mientras nos acercamos a los que están lejos. Evolucionemos nuestras relaciones inter e intrapersonales y no dejemos las consuman los pixeles.
Rauza Curiel Ventura
Lic. Fisioterapia