Me han pedido escribir sobre “¿qué significa ser padre de un joven con síndrome de down?”. Menuda encomienda. Trataré en este escrito de plasmarlo sin conseguirlo. Conocí a José Angel cuando él tenía escasos meses de nacido. Olvidé mencionar que no soy el padre, como se ha dado en llamar, biológico, sino el padre adoptivo. O, como el que he aprendido a conceptualizar: el significante de los nombres del padre. Y sobre esto gira el presente escrito. ¿Cómo es que José Angel y yo hemos ( y seguimos ) construyendo una relación de parentalidad? ¿Cómo él me llegado a considerar como un padre y yo a él como un hijo?. No lo sé. Supongo que ambos, y los que nos rodean, hemos contribuido a ello. Sin embargo, adelanto una cosa fundamental: es gracias a la madre de José Angel. Sin su palabra que me nombra padre de José Angel y sus hermanos sería difícil que así sucediera.
Me imagino que para José Angel no ha sido fácil como tampoco para mí. Miedo, desconfianza, hostilidad han circulado de mabos y de diferentes lugares de los que formamos la familia. Miedo a fracasar como padre que viabiliza el acceso a la cultura, a la sociedad de los hijos. Desconfianza en las propias fuerzas para conseguirlo. Hostilidad hacia una sociedad que tiende a causar daño a personas por razón de su color de piel, raza, preferencia sexual. A veces nos sucede que en los restaurantes de la Cd de México nos colocan al fondo del mismo pese a existir lugar en la entrada.
¿Cuál ha sido mi función con José Angel? Porque ser padre no implica solo que te nombren. Tenemos una función que cumplir, misma que ejercieron con nosotros nuestros padres. Plasmaré algunos ejemplos. Cierta ocasión José Angel se resistía a dormir en su cuarto, su intención era ocupar mi lugar. Lo cargué en mis brazos y lo lleve a su recamara. En otra ocasión que me ausenté por tres mese fui recibido con hostilidad de su parte. Su madre me explicó que durante mi ausencia el realizaba acciones que generalmente yo llevaba a cabo. Hasta la fecha él se molesta que exprese mediante abrazos y besos mi amor por su madre.
Estas viñetas ejemplifican lo difícil que le resulta a José Angel tramitar el sepultamiento del complejo de Edipo. Ahora reclama una novia a la que desea invitar al cine a comer palomitas y ver una película. Todos los días su lucha es por incluirse en una sociedad que se resiste a aceptar al diferente. Desea salir solo a la escuela, caminar solo por la calles. Tomar la ruta solo. La sociedad que hemos construido no está hecha para ella. ¿Cómo caminar por las calles en las que se privilegia el paso del automóvil y no del peatón?
Hace poco un amigo me preguntón si considero que la inclusión se está realizando en las escuelas. No pude evitar responder “esa gran utopía”. Y sí, es lo imposible. Sin embargo, podemos acercarnos a ella aunque sintamos que cada que nos acercamos se aleja de nosotros convirtiéndose en una suerte de mejoramiento de nuestras habilidades para conseguirlo y, de fondo, en una construcción de un mejor ser humano. ¿Acaso no es eso lo que nos convierte en mejores padres? Tenemos la posibilidad de ser cualquier posibilidad. Sólo una posibilidad cancela todas nuestras posibilidades, esta última es la de dejar de luchar, esto es solo la muerte cancela nuestras posibilidades de ser cualquier posibilidad. ¿Y no es el amor por nuestros hijos que seguimos construyendo espacios para que nuestros hijos sean todas su posibilidades?
UNIDOS es la posibilidad que potencializa a nuestros hijos con discapacidad. José Ángel espera con ansia la fecha de inicio del programa de UNIDOS para acudir gustoso a ella. Gracias UNIDOS por brindar esta posibilidad.
