La pandemia originada por el Covid-19, obligó a las organizaciones a dar un giro de 360 grados. No sólo en cuestiones administrativas u operativas, también en una parte muy importante para el mercado actual: en su forma de ejercer la responsabilidad social empresarial (RSE); sin embargo, muchas empresas se encontraron con un gran problema al darse cuenta de que la mayoría de sus acciones de RSE se llevaban a cabo en actividades presenciales que involucraban el contacto entre personas: convivencias, donaciones, días de reforestación, entre muchas otras actividades. ¿Cómo pueden las empresas adaptar sus procesos y actividades de RSE a la nueva normalidad?
Entendiendo el contexto y el impacto a futuro.
Dentro de tanta especulación hay una cosa cierta: la pandemia no durará para siempre y habrá un día en el podamos volver a la normalidad; pero lo que, probablemente, si ha llegado para quedarse es la adopción del home office o teletrabajo como una forma cotidiana de trabajo. La nueva normalidad, nos ha demostrado que no es necesario estar en la oficina para que las empresas sigan caminando en todos los niveles, incluyendo las áreas de responsabilidad social, diversidad, inclusión, etc. El ejemplo más sencillo es: que ya no será necesario tener que llevar a los colaboradores a un sitio para realizar las actividades de voluntariado corporativo, porque haciendo uso de plataformas como Zoom, Google Meet o Teams de Microsoft, podremos realizar las mismas convivencias con las mismas personas y generando el mismo valor e impacto.
Este tipo de actividades digitales no desaparecerán con la pandemia y serán de gran utilidad para sumar a más colaboradores a las actividades de RSE de cada empresa, que encuentren en la comodidad, un aliciente para participar en estos programas.
Estableciendo protocolos de seguridad sanitaria
Sabemos que no todas las actividades se pueden realizar a la distancia. Para ello, es fundamental desarrollar protocolos de seguridad sanitaria que cumplan con lo establecido por los gobiernos federal y local. Estos protocolos de RSE deberán respetar el estado del semáforo de alerta sanitaria y atender las necesidades específicas según la naturaleza de cada actividad. Estos mismos, deberán ser incluidos en los protocolos de seguridad sanitaria que cada empresa, sin importar su tamaño, deberá enviar al IMSS para su aprobación y reapertura. Aunque cada protocolo depende del giro y las actividades a realizar, en la mayoría de ellos aplicará: limitar el cupo de participantes a los máximos permitidos, según el semáforo de alerta sanitaria; dotar de equipo de protección personal básico (cubrebocas, caretas protectoras, guantes, etc.); llevar a cabo las actividades en lugares abiertos y con la infraestructura necesaria para asegurar el mantenimiento de la higiene personal y desinfección de espacios durante la actividad, entre otras medidas.
Pensar fuera de la caja
La adaptación de la RSE a la nueva normalidad es una gran oportunidad para repensar las acciones que las organizaciones están llevando a cabo en este y otros temas. Si bien, los puntos anteriores hablan sobre cómo conservar o digitalizar las acciones existentes, hay una gran área de oportunidad para la creación de nuevas formas de ser responsables con las comunidades, de aportar en áreas nuevas y de generar más impacto. Esto depende en gran medida de dos cosas: el giro y las posibilidades de cada empresa. Ya que, por las diferencias inherentes a cada una, no todas podrían hacerlo de la misma forma; sin embargo, siempre existe un camino para el cambio, la innovación y la mejora continua.
Contrario a lo que muchos piensan, la pandemia podría ser la gran oportunidad para fortalecer los programas de RSE de las organizaciones, solo basta con abrirse a las posibilidades que el contexto nos otorga y fijar nuestra mirada en el futuro.
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