Llevo más de un mes sin ir a la oficina, sin salir con mis amigos, sin manejar temprano en el tráfico para llegar a trabajar y hoy no sé bien cómo lo estoy viviendo, pues en verdad he pasado por diferentes etapas durante este tiempo: he iniciado algunos días con mucha energía, trabajando por nuevas oportunidades que nos permitan crear contenido para no morir en el intento de pasar esta crisis; algunos otros días se tornan sosos y monótonos y sólo los vivo como el acumulamiento del tiempo, de los días y las semanas y otros más me siento creativa y motivada para cuidar de mi.
Se parece más bien como a una montaña rusa, a veces estoy arriba, de pronto bajo sin previo aviso y en otras quedo de cabeza. En definitiva, son tiempos turbulentos y no sólo porque estamos siendo amenazados por una pandemia y nuestra salud está en constante riesgo, sino porque esto ha originado mucha incertidumbre en nuestros trabajos y por ende en nuestros bolsillos, en nuestra vida en familia, en nuestras relaciones interpersonales y finalmente en nuestra vida interna, no sé bien cómo les vaya a cada uno, pero para mí ha sido un constante y espinoso recordatorio de lo que es importante en la vida y por favor no crean que esto ya lo tengo resuelto, creo que aún estoy muy lejos.
La pregunta más recurrente en mis días ha sido: ¿esto es todo, así es como se escurre la vida?. Me aterra, porque cuando me pongo a pensar en lo que debería de ser la vida para mí, hay una explosión de colores, distintas formas de divertirme, de crear oportunidades, de reflexionar y de impulsarme a buscar la mejor versión de mí misma, aprendiendo de mí y de otros; es algo más parecido al jazz, con un ritmo suave y constante que disfruto mejor con los ojos cerrados, porque se intensifica el sonido, visualizo mejor el gozo de la melodía que se interna en el pecho y provoca un movimiento constante del pie al ritmo de la música, esa es la vida para mí, luego abro los ojos y me doy cuenta de que sigo en cuarentena.
A veces pienso que el COVID19 me la pone difícil, pero en otros momentos pienso que no es tanto el virus como mis propios miedos e incertidumbres; la pandemia me obliga a encerrarme en casa, pero además tiene la osadía de obligarme a verme a mí misma con mis carencias, mis demonios internos y mis ganas locas de hacer algo más con mi vida.
De acuerdo a las autoridades, para seguir cuidando de nosotros, un día de estos saldremos de nuestras casas y de forma paulatina regresaremos a nuestra “normalidad”, cualquiera que esta sea. Pero yo espero que cuando la renovada libertad de salir de casa sea posible, también me sea posible bajar de esa montaña rusa con mayor aprendizaje, con más áreas descubiertas de mi ser, pero sobretodo mi más alocado deseo es que sea capaz de escuchar a Miles Davis a todo volumen en mi cabeza.
Y para ti, ¿cuál es tu más alocado deseo de esta cuarentena?