El fin de semana tuve oportunidad de vivir el Viaje a Cancún con Unidos. A mí, me gusta llamarlo «un respiro para todos«. No solo por la belleza que encierra este lugar, sino por el marco en el que se da la convivencia entre 120 jóvenes de 6 ciudades distintas.
Disfruto tanto ver como los amigos con discapacidad gozan del mar, la música, la alberca y todo aquello que, al ser compartido con amigos, es grato, sorprende y nutre. Poner bloqueador al amigo, cargarlo para mostrarle un paisaje que vale la pena, meterse al mar con silla de ruedas incluida, hasta animar al aliado que no sabe nadar y ser motivado por su amigo para que rompa el miedo, son la sutilezas que no se muestran en fotografías, pero se viven.
Para algunos, una prueba de autonomía al separarse por unos días de sus cuidadores que en algunos casos son de 24 horas al día. Para otros, un programa de sensibilización real y cercana, donde tienen la oportunidad de conocer los hábitos, retos diarios y desafíos que sus amigos con discapacidad y sus padres enfrentan a diario. Una escuela práctica y viva para ambas partes.
En apariencia, Tulum, Hard Rock Café o la quinta avenida de Playa del Carmen tan solo son paseos, sin imaginar lo fino y agudo de salir de casa, aprender del otro, desprenderse de la rutina y tener motivaciones para responderle a un amigo que te acompaña y exige más allá de tu propia familia.
Está también el tercer actor en la fórmula, aquellos papás a los que escucho como aprovechan también el fin de semana para ir al cine, pasear o hacer cosas que usualmente no tienen oportunidad de realizar. El cuarto actor, el que observa, el que se involucra y el que abre sus puertas, meseros, cocineros, otros turistas y la comunidad en general, en la que se genera, siempre, una reflexión sensibilizadora.
Lo que quizá muchos de ustedes no saben es que los Viajes -antes llamados Viajes Especiales- en Unidos surgieron gracias a la generosidad de un donante al que un día en 1993 se le ocurrió decirme: — No te puedo apoyar económicamente, pero lo que sí puedo darte son 50 boletos para que lleves a “tus niños” de viaje. Ni él ni yo vislumbramos en aquél momento la trascendencia que tendría su generosidad. Éste es un programa que ha brindado, a través de los años, independencia, un espacio emocional y terapéutico sin precedentes, al final un excelente respiro motivacional y de aprendizaje para todos.
¡Te comparto algunas fotos de estos maravillosos días!