Estos días tuve la oportunidad de estar en Tepoztlán, Morelos, en un encuentro con miembros de Ashoka provenientes de México y Centroamérica.
Ashoka, cuyo significado es “alejando de la tristeza”, me ha acompañado en mi caminar por Unidos desde el año 2003. Es un organismo que impulsa el emprendimiento social a nivel internacional desde hace varias décadas y fue fundada por Bill Drayton, quien tenía el deseo de sacar iniciativas y sueños de los cajones e impulsarlos a través de sus actores.
Es gracias a Ashoka que, quienes nos dedicamos al desarrollo social, hoy en día seamos conocidos como emprendedores sociales. Gente de todo el mundo que, a partir de alguna experiencia personal, han encontrado soluciones sistémicas a distintos problemas de sus entornos, que se apasionan por resolver problemáticas sociales y que convierten esa pasión en su forma de vida.
Ashoka y su misión de hacer una red entre emprendedores sociales para compartir y aprender, me han llevado a conocer a gente maravillosa, que comparte conmigo una pasión grande por resolver las situaciones que aquejan a nuestras comunidades.
En esta ocasión he tenido la oportunidad de conocer a nuevos emprendedores. Desde Arturo un comunicador de televisión que fundó Supercívicos como una forma de romper con la apatía ciudadana y hacernos partícipes a través de una app de problemáticas de nuestras ciudades y quien planea ya su serie en Netflix; a Greta que, a través de Ollin, mide y evalúa las acciones del Congreso Mexicano, por ejemplo, el uso transparente de las partidas del presupuesto ciudadano; a Caro, que, con Saber para la Vida A.C. capacita y empodera a mujeres artesanas y las convierte en líderes empresarias; a Catalina, la co-fundadora de la Fundación Mi Sangre, que, junto con el cantante colombiano Juanes, trabajan por la paz a través del empoderamiento de personas que han sido víctimas de las minas en Colombia; a Miguel, que trabaja porque las empleadas domésticas tengan acceso a las prestaciones más básicas como seguro social o sean sujetas a recibir un préstamo a traves de una app llamada 4UNO, entre muchos otros. Temas muy variados pero, todos y cada uno, necesarios en una sociedad que padece vulnerabilidad en un sinfín de formas.
Han sido días enriquecedores en muchos sentidos, no solo por hacer una pausa para vivir estos días con Ashoka y los fellows, sino para recomenzar con nuevas energías en nuestro que hacer, teniendo la oportunidad de escuchar nuestros miedos, compartir nuestros retos y aprender de nuestras propias soluciones .
Finalmente, quisiera compartir contigo una frase que me encantó, dicha por Lauren, una emprendedora social que trabaja con personas privadas de su libertad a través de Nueva Oportunidad en Costa Rica, sobre el valor de la empatía:
«Que difícil es ejercer la empatía con problemáticas que no hemos vivido en lo personal y hemos estado lejanas a vivirlas» y concluía, «No puedo ponerme en tu lugar, pero si puedo acompañarte con respeto y amor en tu camino.»
¡Feliz regreso a casa Ashokianos! A seguir sembrando en la trinchera donde cada uno encontramos nuestro sentido de vida.
Aquí te comparto algunas fotos de estos días. ¡Nos leemos pronto!