Iniciamos estimulación temprana cuando Elías tenía 40 días de nacido. Asistíamos a un Centro de Atención Múltiple, donde recibimos muy buena atención durante 3 años, pero nosotros no queríamos más para Elías, otras familias nos habían dicho que estar con otros niños de su edad, sin discapacidad podía ser bueno para él y que crecer y aprender en una escuela inclusiva era lo que seguía.
Empecé la búsqueda muy animada, pero pronto ese ánimo se vino abajo, después de que escuela tras escuela particular nos dijera que no lo aceptaban “no estamos preparados”, “no atendemos niños así”, “ya tenemos un niño con discapacidad y no podemos con más” eran algunas de sus excusas. Que triste era ver que nadie podía ver a mi hijo como un niño más de 3 años, que iba a ir a aprender lo mismo que sus compañeros, a convivir, a jugar, cantar, hablar, contar, colorear, etc. Por suerte, encontramos una escuelita chiquita, donde curso un año antes de iniciar el preescolar en la escuela publica a dos cuadras de la casa.
Han pasado ya casi 9 años desde que apostamos por la educación inclusiva y hemos tenido en general una buena experiencia, tanto Elías como Eva, han ido avanzando año tras año, aprendiendo mucho o poco, pero creciendo en un ambiente que creemos que es un mini mundo, que los va preparando poco a poco para el mundo real, donde nadie los sobreprotege, les ayudan cuando es necesario, donde algunos les hacen caso, pero otros no, han encontrado muy buenos amigos y donde han vivido un sinfín de situaciones, tanto buenas como otras no tanto. No siempre ha sido fácil, no todos los maestros han querido dar ese extra que necesitan, y a nosotros nos ha tocado también dar un extra para hacerlo funcionar, y sin duda fue la mejor decisión que pudimos tomar.
Este año Elías termina la secundaria y desde el año pasado me empezó a hablar de la preparatoria. Este es un tema, aún, difícil para mí, pero he tenido que empezar a decirle, que no irá a la misma preparatoria que sus amigos, que le tocará ir a una nueva, pero que le aseguro que hará nuevos amigos.
Y es difícil para mí porque para que él pueda ir a esa preparatoria tendría que pasar el examen que presentan todos, y si lo llegará a pasar, tendría que llevar las mismas materias, sin ningún apoyo extra o adecuación, y por más que sé que mi hijo es muy capaz ,también debo ser realista en que esto es prácticamente imposible. Quizás, toca aceptar que ahora todo es más complicado y que, ahora sí, va a necesitar ir a una preparatoria “especial” ya que por el momento la Universidad Autónoma de Nuevo León, no tiene un programa de inclusión real para todos.
Sé que todo estará bien, no es el fin del mundo, pero no puedo negar que duele saber que falta mucho para que el mundo sea realmente inclusivo.