A lo largo de nuestro crecimiento como seres humanos enfrentamos situaciones que requieren de diferentes capacidades que nos permitan enfrentar los retos del entorno, a estas capacidades les llamamos habilidades, y para adquirirlas, existen dos tipos de procesos:
- El aprendizaje formal. Se refiere a un programa estructurado que tiene a un experto a cargo y es de impacto para la vida laboral. Normalmente, este se imparte en la escuela.
- El aprendizaje informal. Se basa en las relaciones interpersonales que formamos, por lo que no requiere de un experto. Este proviene de nuestras actividades cotidianas.
En los últimos años, las habilidades que integran ambos aprendizajes empezaron a llamar la atención de las empresas y centros educativos, a estas les llamamos Habilidades Blandas (Soft Skills). Son características socio-emocionales que nos permiten establecer relaciones laborales/sociales más saludables, tienen impacto en el desempeño laboral y son un elemento fundamental para el cumplimiento de metas. Su desarrollo es más complejo, pues depende de factores humanos y no existe una estructura definida para su aprendizaje.
Algunas de las habilidades blandas más importantes son:
- Empatía,
- Liderazgo.
- Trabajo en equipo.
- Motivación.
- Asertividad.
- Comunicación efectiva.
- Fomento de Confianza.
La importancia de estas habilidades en la actualidad radica en que, desarrollarlas a una edad temprana beneficia el desempeño social y, por lo tanto, se vuelven fundamentales en los espacios laborales.
Las personas pasan gran parte de sus vidas en un entorno laboral donde se enfrentan de manera continua a diversos tipos de problemáticas. En este sentido, las habilidades blandas adquieren una mayor relevancia, pues nos permiten resolver inconvenientes y enfrentar las situaciones de manera efectiva. Cada vez más empresas se han dado cuenta de que las personas con estas habilidades tienen un mayor rendimiento y permanencia en sus trabajos, por lo que estas cualidades se vuelven una ventaja competitiva en el mercado laboral.
Las habilidades blandas no solamente resultan ser benéficas para el éxito profesional, sino también para el personal. A través de habilidades como el trabajo en equipo, la empatía y el liderazgo, podemos tener una participación más activa en proyectos que beneficien a nuestra comunidad. Ser capaces de relacionarnos e involucrarnos con personas que, aunque diferentes buscan un mismo objetivo, pone a prueba todas nuestras herramientas y traen consigo un impacto social.
Aunque durante mucho tiempo las habilidades duras obtenidas por aprendizajes formales eran más valoradas que nuestro desempeño social como individuo, en los últimos años hemos notado no solamente su beneficio en el cumplimiento de metas labores, sino también representan un mayor involucramiento de los individuos en la comunidad.
El desarrollar las habilidades blandas puede darnos una ventaja en los espacios laborales, pero lo más importante es que con ellas podremos notar un incremento en la calidad de nuestras relaciones interpersonales.
Artículo escrito por:
Dafne Adriana Pérez González, estudiante de la Licenciatura en Mercadotecnia y Comunicación en el Tecnológico de Monterrey.