De niños a ciudadanos excepcionales en 3 pasos

Nov 28, 2019 | Blog

Aprender a regresar a la sociedad un poco de lo que se recibe es fundamental para el desarrollo positivo de los niños y jóvenes, durante este proceso, los padres, las escuelas y las comunidades en general juegan un papel muy importante. El servicio social o comunitario, debe ser significativo y no limitante a recibir una camiseta que diga “voluntario”, ya que, en estos casos, más allá de desarrollar la empatía, estaremos corriendo el riesgo de formas personas narcisistas y no necesariamente empáticas.

Con las experiencias adecuadas desde la educación preescolar hasta la preparatoria, los jóvenes pueden crecer con un entendimiento pleno de cómo caben dentro de una sociedad hasta cómo pueden resolver las problemáticas sociales que aquejan a sus comunidades. Este proceso formativo impulsa el desarrollo de la empatía y nutre la identidad de cada niño como ciudadanos activos y comprometidos.

Pero ¿cómo podemos hacer que el servicio social se convierta en una forma de vida y no en una obligación escolar o un medio para obtener un lugar en ciertas Universidades o tener acceso a una beca? Hay 3 niveles de desarrollo, que deben ser recorridos de la mano con los adultos cercanos y que ponen a los niños en este camino:

  • Acciones responsables
  • Liderazgo
  • Pensamiento innovador

Estas 3 formas de preocuparse por los demás y por su entorno normalmente se desarrollan con el tiempo; sin embargo, es muy importante recordar que nunca es demasiado tarde para fortalecerlas, incluso si un niño no comenzó a practicar el servicio social a una edad temprana, encontrar una experiencia de servicio adecuada puede ser un agente transformador para toda la vida.

Escuela Primaria: aprendiendo a ser responsable.

En estos primeros años creamos los cimientos de una ciudadanía responsable. Los niños aprenden a ser amables, respetuosos y empáticos -características que los conectan con los demás-. Es imposible sólo hablar de estos sentimientos y esperar que un niño lo entienda, se necesita experimentarlo y, aún más importante, se necesita reforzarlo.

La educación del carácter en los primeros años de escuela ayuda a desarrollar fortalezas como la honestidad, responsabilidad, justicia, compasión, entre otras. Estas cualidades – que son activos internos para la felicidad y el bienestar- nos ayudarán a tener niños que, cuando crezcan, se conviertan en ciudadanos que brindan su apoyo en un banco de alimentos durante un desastre natural, reciclan sus desechos o apoyan en diversas causas sociales.

La preadolescencia: Aprendiendo a mejorar la comunidad

Para que las comunidades puedan crecer y prosperar, los ciudadanos deber ser capaces de dar un paso al frente y tomar roles de liderazgo. Muchos niños, sin importar la edad que tengan, tienen la capacidad de movilizar e inspirar a otros a tomar acción de manera natural.

Cuando los niños aprenden a mejorar sus comunidades, desarrollan la capacidad de organizar y liderar a otras personas. Adquieren habilidades para solucionar problemas, planear, manejar el tiempo e, incluso, de mercadotecnia. Aprenden como funciona el mundo, el gobierno y sus instituciones. Las experiencias que involucran trabajo en equipo, colaboración e interacción son tierra fértil para crear futuros ciudadanos con grandes capacidades de organización, que se proponen metas, que trabajan bajo esquemas establecidos y que motivan a otros a mejorar los espacios que comparten. Este tipo de ciudadanos son los que coordinan los bancos de alimentos durante los desastres naturales, desarrollan programas de reciclaje o se involucran en grupos comunitarios para cambiar la política pública. En la preadolescencia, los niños aprenden habilidades de liderazgo que les permitirán tomar roles activos en sus comunidades cuando sean adultos.

La adolescencia: aprendiendo a resolver problemáticas sociales.

Así como los negocios, las comunidades se alimentan de la innovación y la habilidad para responder al cambio. Una vez que alcanza la adolescencia, el cerebro de un joven es capaz de comprender temas complejos y explorar las causas de raíz que generan las problemáticas que aquejan a sus comunidades. Es la oportunidad perfecta para cuestionar y debatir mejoras que beneficien a la sociedad, que cambien los sistemas establecidos que son ineficientes o injustos.

Aprender a servir, particularmente en los años de adolescencia, crea oportunidades únicas para relacionar lo que se aprende en el salón de clases con las situaciones del mundo real en sus comunidades. En muchas ocasiones, estas experiencias los empujan a salir de su zona de confort, a ver en mundo con otros ojos y a pensar de manera crítica sobre el mundo que los rodea.

Las experiencias de servicio comunitario durante a adolescencia crean ciudadanos innovadores, que ven más allá de lo superficial y que buscan el cambio más allá de su propio entorno. Este tipo de ciudadanos son aquellos que crearán nuevos tipos de energías limpias o investigarán la relación que existe entre la etnicidad y la pobreza, por citar algunos ejemplos.

No importa qué tan jóvenes o viejos, todos nos beneficiamos de adoptar una forma de servicio comunitario, ya que a través de ello tenemos la capacidad de ayudar a nuestros niños y jóvenes a convertirse en ciudadanos excepcionales.

Padres, maestros y la comunidad en general podemos ayudar a crear una nueva generación de niños y jóvenes que estén preparados para tomar responsabilidades, liderar a otros y atacar los problemas sociales y ambientales del mañana. Esa oportunidad está sólo a unos cuantos clics o una llamada telefónica de distancia.

Te invitamos a vivir las experiencias de Unidos y darle un giro de 360 grados a tu vida. Contáctanos vía correo electrónico en blog@unidos.com.mx