La búsqueda de la felicidad es, probablemente, el único interés que todos los seres humanos compartimos. Todos queremos sentir la plenitud que brinda el ser feliz, pero ¿cómo nos damos cuenta de que la estamos alcanzando? La felicidad o por lo menos lo que muchas veces conocemos con felicidad, está estrechamente relacionado con el deseo. Deseamos cosas que nos hagan felices, estas pueden tangibles (como un carro, una casa, un celular nuevo, un juguete, etc.) o cosas intangibles (como paz mental, amor verdadero, aceptación de los demás, entre otras). Es muy sencillo pensar: «¿qué me puede dar el mundo para hacerme feliz?» en lugar de: «¿qué puedo darle al mundo para hacer felices a los demás?», ¿no crees?
Vivimos en un mundo en el que constantemente nos vemos bombardeados por estándares de felicidad inalcanzables. Vemos a todas estas personas famosas en redes sociales, mostrando sus vidas perfectas, en sus casas perfectas, comiendo desayunos perfectos y paseando a sus mascotas perfectas, que todos los esfuerzos que podamos hacer (comprar esa marca de zapatos, ir a ese restaurante, tener ese celular) para acercarnos, tan siquiera un poco, a toda esa fantasía -que dista mucho de ser perfecta- se quedarán muy lejos y nos dejarán con un sentimiento de vacío y fracaso constantes porque, claro que al otro días estaremos de nuevo consumiendo todo lo que ellos y ellas nos digan que necesitamos para ser felices. La cuestión es que tener o no tener todas esas cosas no nos harán felices. la felicidad es una forma de ser, no una montaña de ropa o celulares viejos en el cajón.
Entonces, ¿qué podemos hacer para ser más felices? Varios estudios han demostrado que, si bien, no existe un camino directo a la felicidad esta se puede alcanzar de diferentes formas, cada una sumando un poco a la causa. ¿Cuáles son algunas de ellas?
Ser un buen amigo
Los seres humanos somos animales sociales. Nuestra naturaleza nos invita a establecer relaciones con otras personas; sin embargo, es muy importante recordar que la amistad es algo que tiene que ocurrir de manera recíproca. No se trata de buscar amigos que me hagan feliz todo el tiempo, se trata de buscar la forma de dar lo mejor de mí para hacer felices a mis amigos cuando me sea posible. Dar felicidades es uno de los componentes principales de nuestra propia felicidad, irónico, ¿no? Además de que esta práctica nos ayudará a desarrollar nuestra capacidad para ser empáticos. Si quieres saber un poco más sobre cómo desarrollar tu empatía, puedes checar este artículo que escribimos hace poco sobre la empatía y cómo ser más empático. Ser parte de nuestra propia tribu, donde somos libres de ser nosotros mismos e impulsar a que los demás lo sean, es clave para alcanzar la felicidad.
Ser Generoso
En las primeras líneas de este artículo, hablábamos sobre la necesidad de tener cosas para ser feliz. No importa si son tangible o intangibles, el egoísmo es la causa #1 del fracaso en la búsqueda de la felicidad. Ese dato no viene en ninguna investigación, pero ponte a pensar, ¿cómo ha contribuido a tu felicidad hasta el día de hoy ese par de tenis que tanto deseaste? Probablemente los usaste unas cuantas veces y ya no lo usas porque ahora tienes otros que te gustan más o ¿qué tal aquella vez que alcanzaste la última barra de tu chocolate favorito, pero para lograrlo casi casi tuviste que arrebatárselo de las manos a otra persona que estaba a punto de conseguirla? tal vez estas cosas te hicieron felices por 5 minutos o 4 días, pero esa sensación se diluyó en cuanto comenzaste a desear otra cosa. Ser generoso, al contrario, brinda una sensación de felicidad mucho más duradera y mucho más real. Ojo, ser generoso no significa regalar lo que te sobra o lo que ya no quieres. La mejor forma de ser generoso es dar las cosas que te importan más, como tu tiempo y tu cariño, y sí, tal vez de vez en cuando algo material pero acompañado de ti, de tu compañía y de tu interés. Una buena forma de hacerlo es dedicando un poco de tu tiempo para escuchar a otras personas, compartir tu comida con ellas y tener una buena plática, estar con alguien que necesita compañía aún cuando tengas flojera o ganas de ver un partido de futbol. Te aseguro que al final del día, la sensación será mucho mejor.
Practicar la gratitud
Cuando nos dejamos de preocupar los que no tenemos y nos ocupamos en agradecer lo que sí tenemos, nuestro foco cambia completamente. Un agradecimiento es un recordatorio al esfuerzo, al miedo, a la frustración que tuvimos que pasar para lograr tener las cosas de las que disfrutamos hoy. Nuestros amigos, nuestras cosas materiales, nuestras cualidades, etcétera. Saber que somos afortunados es una forma de fortalecer nuestro bienestar, si mencionar que nuestro nivel de gratitud es inversamente proporcional a nuestros niveles de tristeza. La gratitud, además, nos pone en un estado de optimismo que nos prepara para afrontar el día a día y sus complicaciones de una manera diferente. ¿De qué estás agradecido el día de hoy?
La felicidad, como bien dicen, está en las pequeñas cosas. Esas que son fugaces y casi imperceptibles, por ello es por lo que es tan difícil de conseguir, hay que practicar la habilidad para ver esas cosas todos los días y, sobre todo, para ser felices hay que intentar hacer felices a los demás. Hoy tienes una gran oportunidad para hacerlo y así cada día. ¿Cómo lo vas a hacer?
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