A lo largo de toda nuestra vida pasamos y pasaremos por varias y muy distintas crisis. Todas ellas normales y necesarias para nuestro crecimiento.
¿Qué es una crisis?
Por crisis se entiende que es un momento donde experimentamos una situación difícil o grave, un desequilibrio o desbalance en lo que hasta entonces conocíamos. Pero también es un momento importante de transición hacia una futura etapa en nuestras vidas, y una gran oportunidad para dar un nuevo significado a lo vivido y crecer con lo aprendido.
Los niños al llegar a los 3 años tienen una de sus primeras crisis, se enfrentan al inicio de su independencia y es gracias al amor de los padres que ellos atravesarán esta etapa con mayor o menor conflicto.
Luego llega la adolescencia, el momento del cambio, desde lo que fuimos de niños a lo que queremos ser de grandes. Es también el amor de los padres y el amor propio que ese adolescente haya ido formando dentro de sí mismo que superará esta etapa con menor o mayor rebeldía.
Al estar en pareja también atravesamos crisis. Pasamos del núcleo familiar y conocido a compartir la vida y todos sus momentos con una persona completamente diferente a mi. Este es un tiempo para adaptarse, afrontar, aprender a ceder y es a través del amor que entre los dos miembros de la pareja exista, que se irá superando esta y las demás crisis por venir: el primer hijo, la rutina, la enfermedad, los malos entendidos, y la inmensa variedad de situaciones que aparecen al unir dos universos (recuerden que cada cabeza es un mundo).
Por supuesto que nadie está exento de experimentar otras crisis: mudanzas, pérdidas de empleo, rupturas amorosas, peleas, enfermedades o muertes. Los cambios que vienen con la edad misma.
Pero es el amor y solo el amor lo que nos permite afrontar y superar las crisis. Y no sólo eso, sino salir airosos y en ocasiones más sabios de lo que éramos antes del momento de desequilibrio.
El amor (esa fuerza que en primera instancia unió a papá y mamá, la magia que logra que en el vientre de mamá, de la nada, se vaya formando un nuevo ser de carne hueso; el amor, que es el soplo de vida y el primer respiro de ese bebé, y el amor que hay dentro de cada uno de nosotros) es lo que nos brinda las herramientas necesarias para afrontar cualquier situación y sobrepasar cualquier dolor.
Es el amor que recibimos de pequeños el que nos dio la pauta para el amor propio que construimos. El que nos lleve a los distintos caminos de vida que elegimos. El que nos empata con quien habremos de compartir una vida, y el amor que nace desde el fondo para darlo a los hijos que ahora tenemos.
Y el que aún en las peores crisis, echa mano de todas nuestras herramientas emocionales para que después del shock inicial, podamos mirar con claridad y decidir el mejor modo de seguir avanzando a pesar de todo.
En los peores momentos tanto individuales como colectivos es el amor el que ha permitido nuestra evolución.
Sin amor solo somos máquinas pensantes que se dedican a hacer y tener.
Son las emociones las que nos dan vida. Todas, pues ninguna es negativa. La tristeza y el enojo son también mensajeras de lo que sucede a nuestro alrededor.
En momentos de crisis, cuando llega lo desconocido, lo primero que se pone en acción es la mente, la encargada de nuestra sobrevivencia. Además de decidir el siguiente paso, de cierta manera nos protege, pues si eligieramos desde la emoción en ese momento, probablemente no sería la mejor idea.
En el momento en que se presenta una situación que nos mueve profundamente, que nos hace perder el balance, y nos hace ver que nada está bajo nuestro control, podemos experimentar sentimientos profundos de tristeza, enojo, temor e incertidumbre. Puede ser que de inicio nos neguemos a aceptar la realidad o tengamos tendencia a evadirnos.
Es probable que la crisis nos paralice o estemos listos para correr. También es posible que nos hundamos poco a poco en la sensación de desesperanza y el sufrimiento.
Pero hay un momento en toda crisis donde debes hacer uso del gran regalo que tienes llamado libre albedrío y tomar decisiones. Incluso, no decidir, ya es tomar un camino. Este momento clave puede dejarte donde estás y como estás, o tomar lo mejor de ti y avanzar, aún cuando no sepas qué pasará. De las herramientas amorosas que tengas en tu mochila de vida dependerá cuánto aprendizaje has decidido adquirir a través de lo que no puedes controlar.
Es de nuevo el amor el que sabe que no importa a dónde llegues, es mejor que quedarte donde estás, que no importa lo que suceda, no podrías vivir pensando que no hiciste nada, que sin importar cuánto duela, podrás hacer frente a lo que sea que venga.
El amor dentro de ti se convierte en el motor que te hace mirar con otros ojos las circunstancias externas a ti, y elegir desde el corazón aprender y volver a unir las piezas revueltas para formar un nuevo paisaje. El amor te permite aceptar, y aunque la situación no te guste, al dejar de resistirte a lo que es, puedes avanzar.
Recuerda por un momento los momentos de dolor que has superado. Piensa ahora en lo que creciste después de que todo pasara. Aquello que creíste que jamás superarías te mostró la fuerza en ti y la capacidad de resiliencia que hay en tu ser. Tu vida nunca volvió a ser la misma, pero aquí sigues, experimentando el maravilloso milagro de existir.
Incluso cuando crees que no sacaste nada bueno de lo sucedido, hay en tu memoria una experiencia más y el conocimiento de lo que funciona o no funciona. Para resolver problemas volvemos a las situaciones similares que ya hemos experimentado y después de evaluar lo que hicimos y sus resultados, tomamos decisiones esperando siempre que nos vaya mejor ahora.
Cada situación difícil en tu vida ha sido un escalón más para tu crecimiento y tu madurez emocional. La manera en que has elegido y afrontado cada una de ellas ten por seguro que fue desde el amor, y que no importa lo que hayas hecho, fue lo mejor que podías hacer en ese momento.
Al recordar el momento de crisis en tu vida… ¿Qué o quién estaba en tu mente al momento de elegir un camino? ¿A qué o quién te aferrabas para no caer? ¿Qué o quién era tan importante para ti que temías perder o lastimar?
En esa lista espero que hayas estado también tú, que eres la fuente de todo el amor que das a otros.
El amor nos da esperanza, nos llena de fe, nos permite imaginar un futuro mejor y nos da el empuje necesario para salir de cualquier bache. Nos da las alas para alcanzar cualquier sueño, nos llena de calor el corazón en los tiempos más fríos, nos lleva a mirar también la crisis del otro y olvidarnos por un momento de nosotros para ayudarle. Entonces podemos salir de ella, recordamos los momentos hermosos, tomamos fuerzas de los otros y nos vamos empujando a un mañana incierto pero juntos.
Luego la crisis pasa, por que todo pasa, y despiertas a un nuevo día, sigues vivo, utilizaste la creatividad para buscar mejores soluciones para el problema, te uniste más a alguien o conectaste contigo mismo, entendiste que nada es seguro ni para siempre, aceptaste que no controlas nada más que la manera en que reaccionas a lo que no controlas y entonces puedes crecer. Como en los niveles de videojuegos, al superar el reto, debes ir al siguiente mundo.
Y el amor, en todo, aporta, ilumina, brinda nuevas visiones, le pone una pausa o un alto al dolor, o te deja sin salida para que avances.
‘El amor es la cura milagrosa: amarnos a nosotros mismos crea milagros en nuestras vida.’
Louise Hay
El amor te reconecta con esa sabiduría que hay en ti y con la certeza del que sabe, porque siente, porque para el corazón todo es perfecto y aunque no siempre sea lo que queremos, para pasar de nivel es necesaria la experiencia y vital el aprendizaje que este momento de desequilibrio trae a tu vida.
Sin importar el tipo de crisis que estés atravesando, tomate un momento contigo para que puedas escuchar a tu corazón. Ahí está esa respuesta que estás buscando, ahí hay calma, no hay prisas ni apegos, y se sabe, simplemente se sabe. No es necesario pensar cuando el corazón alza la voz porque finalmente le escuchamos.
En el corazón, desde donde brota el amor, no hay crisis, es solo un momento de transición que debes atravesar para encontrarte con el nuevo tú, más sabio y maduro, y con más amor propio, el que viene después de sabernos poderosos para superar todo. Luego ese amor podrá trascender más allá de nosotros para que incluso podamos sobrepasar las crisis colectivas, de uno a uno y de poquito en poquito.
El amor crea milagros.