¿Cuándo fue la última vez que tu jefe o tus compañeros de trabajo te dieron alguna retroalimentación?, ¿te gustó?, ¿aprendiste cosas sobre ti? Si todo estuvo increíble qué maravilla, y si no fue así, sería bueno revisar qué fue lo que pasó.
La palabra retroalimentación proviene del latín y está compuesta por el prefijo “retro-”, que significa “hacia atrás”, seguida del verbo “alere”, que puede traducirse como “consumir” o “nutrir”, luego del componente “-mentum”, que se emplea para indicar “medio” o “resultado” y por último del sufijo “-cion”, que se utiliza para dejar constancia de la existencia de una “acción y efecto”. Es decir, su signifiacado puede traducirse como una proporción de aquello que sale y es redireccionado a la entrada.
Para efectos de esta entrada, acotaremos el término de retroalimentación al ámbito laboral y lo entenderemos como un proceso de comunicación entre dos o más personas con el fino propósito de hacer una revisión del desempeño en el trabajo.
Es posible que el simple hecho de escuchar la palabra retroalimentación pueda detonar algunas sensaciones de nerviosismo, rechazo e incluso de querer evitarla lo más posible, probablemente esto puede alimentarse de los diferentes momentos en los que no la hemos pasado bien en las sesiones de feedback.
Pues bien, creo que es importante que trabajemos por quitarle toda la carga negativa que tiene este tema, es por ello que aquí te damos 5 elementos para tomar en cuenta en el proceso de retroalimentación, ya sea que te toque darla como si te tocara recibirla:
1.- No sólo se trata de lo que hacemos mal: primero que nada, tenemos que entender que la retroalimentación o feedback no debería de ser exclusivo para que le digas a tu equipo o cada uno de los miembros de tu equipo todo aquello que están haciendo mal. A todos nos gusta saber si estamos haciendo bien las cosas, que nuestro esfuerzo, profesionalismo y desempeño son vistos y bien recibidos. De alguna forma esto pavimenta el caminito a seguir en cuanto a nuestro trabajo, es decir, el cómo sí hacer las cosas. Así que, cada vez que puedas, deja que la gente se entere de las cosas que están haciendo increíble.
2.- No hables al tanteo: siempre que estamos en la posición de dar una retroalimentación es vital que te prepares para hacerlo y le ayudes al otro a que se prepare para recibirla. En otras palabras, por mucha experiencia que tengamos en nuestro puesto y con nuestro equipo, nunca es sencillo decirles a las personas que no están haciendo su trabajo de la forma en la que se espera. Algunas recomendaciones sencillas para llevar a cabo este consejo son:
- Llevar por escrito los puntos que quieres tratar, para no divagar en el momento.
- Por cada punto tratado da ejemplos concretos de la situaciones que representen lo que quieres expresar, así es más fácil para ti concretar la idea y para el otro es más sencillo comprender exactamente a qué te refieres.
- Siempre que vayas a tener una sesión uno a uno de feedback, avísale a la persona que así será, para que pueda ir preparada, no dejes que sea sopresa, pues los seres humanos podemos reaccionar de diversas formas ante las sorpresas que no nos gustan.
- Si te toca recibir la retroalimentación, sé abierto, los seres humanos siempre podemos mejorar, y piensa en que si hay alguna cosa con la que no estés de acuerdo, ese es el momento y la persona precisa para tratarlo.
3.- Expresa claramente lo que quieres decir: como mencionamos en los primeros párrafos, la retroalimentación es un proceso de comunicación, lo que implica que siempre están en juego las funciones de emisor y receptor, así que no des por hecho que todo lo que dices se entiende tal y cual lo pretendes. Asegúrate de incluir expresiones como “¿me explico?”, “¿tienes alguna duda?”, “dime si crees que en algo no fui suficientemente claro”.
En este mismo punto trata de ser lo más transparente y directo que puedas, sin rodeos y sin buscar formas “bonitas” de decir las cosas. Ser claro no quiere decir ser rudo o grosero, simplemente quiere decir que es la forma más rápida y concreta de expresar lo que es necesario para el crecimiento de la persona, el tuyo propio (como líder) y el del equipo laboral. Siempre será más fácil hablar sobre los resultados “Crystal, este semestre no lograste los resultados requeridos, el último informe que entregaste estaba mal redactado y esto último ocasionó un problema con uno de nuestros clientes, ¿qué es lo que está pasando?”
4.- La empatía siempre juega: Como de costumbre la empatía siempre juega un papel importante, y no viene para que nos ayude a suavizar las cosas y a “cuidar” lo que queremos decir. La empatía, más como una habilidad, sirve para entender que, frente a ti, hay una persona que puede estar nerviosa, ansiosa, estresada, harta, fastidiada o preocupada por todo lo anterior; de ahí la importancia de nuestra forma de acercarnos a la persona, de ser muy respetuosos con lo que surja de dicha reunión.
5.- Y por último, pero no menos importante, no pierdas el foco en el aprendizaje que se puede adquirir, el objetivo de las sesiones de retroalimentación es que crezcamos y que la gente se enteré en qué áreas necesita prestar más atención, cambiar las estrategias o buscar nuevas maneras de llegar a sus resultados en conjunto contigo como su líder, es una manera de ganar-ganar. Nunca olvides definir el rumbo a seguir para alcanzar los objetivos, tanto personales como profesionales, que te ayuden a ti y a tus colaboradores a seguir aprendiendo.
Siempre tenemos la oportunidad de aprender y crecer, la retroalimentación es una manera de hacerlo conscientemente.